Llaveros personalizados
Hemos llamado “Palabras que abren puertas” al último lanzamiento de Almabrava, por un doble motivo:
- Expresa una palabra que puede ser la llave que abra la puerta del cambio en nosotros y en los demás, a través del lenguaje positivo: Hablar en positivo es pensar en positivo. Pensar en positivo influye en nuestro cerebro y el resto del organismo.
- Sirve para tener tus llaves ordenadas y a mano: es un llavero.
Estamos ya bastante saturados de mensajes del estilo “si quieres, puedes”, “una dificultad es una oportunidad”, “cree en ti”, “sal de tu zona de confort”… impresos en tazas, láminas, cuadernos, presentaciones de empresa para motivar a sus empleados y publicidad de todo tipo. Mensajes que nacen al calor de una crisis –principalmente económica–, que a unos les ha supuesto un resfriado, y para otros supone un tren de mercancías que les pasa por encima y no termina. Mensajes también utilizados por gobernantes incapaces de dar soluciones a gente que ha perdido el empleo, o a quien nunca lo ha tenido y les invitan a convertirse en autónomos –ahora emprendedores– o emigrantes –jóvenes ampliando conocimientos en el extranjero–.
Independientemente de esta ola de mensajes que edulcoran una dura realidad, o simplemente huecos de tanto repetirlos, alguna vez habremos comprobado que hay personas capaces de transmitir optimismo sin impostura, lo cual es fácil y difícil a la vez. Difícil, porque si no lo hacemos de forma innata, o lo tenemos ya aprendido, hemos de practicar hasta hacerlo de forma inconsciente. Fácil, porque no necesitamos hacer ningún curso, ni comprar herramientas, cuadernos o pósters –por supuesto, tampoco este llavero–.
El informe monja.
En 2001, el doctor David A. Snowdon (neurólogo nacido en 1952) publicó un estudio basado en la vida de 678 monjas de edades entre 75 y 103 años, que vivían en el mismo Convento de las Hermanas de Notre Dame (Mankato, Minnesota), con similares hábitos de vida, asistencia sanitaria, alimentación, creencias… pero con distintos grados de patologías asociadas a la vejez.
En un primer momento, se asoció al nivel de estudios: las monjas que tenían estudios universitarios vivían más que las que carecían de ellos. El segundo hallazgo fue que las monjas más longevas utilizaban cuatro veces más expresiones positivas en sus escritos que la media.
Recomendamos la lectura de este artículo sobre Luis Castellanos (Madrid, 1955), filósofo e investigador. Todos imaginamos el lenguaje que debe emplear el entrenador con el deportista, el profesor con el alumno, el jefe con el empleado, el padre con el hijo… si quiere obtener resultados: lenguaje positivo y motivador. ¿Por qué no empezar a aplicárnoslo a nosotros mismos? Quizá nos llevase a hablar del efecto Pigmalión. Pero será en otro post.
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