Es extraño, que un lugar como el Jardín de l’Albarda, después de 30 años de su creación, sea uno de esos secretos desvelados para impresionar a los amigos que nos visitan. Desde luego, que sea aún desconocido para la mayoría de los visitantes y habitantes de la Marina Alta, no se debe a la intención de su promotor, Enrique Montoliu.
El Jardín de l’Albarda (Pedreguer, Alicante) está formado por 50.000 metros cuadrados al pie del Montgó, la mágica montaña que separa Dénia de Xàbia. La fundación Fundem (Fundación Enrique Montoliu) es la propietaria del parque, y tiene como objeto social promover la jardinería sostenible, proteger y conservar especies autóctonas, así como el uso y disfrute común del espacio.
El ingeniero químico y empresario Enrique Montoliu, creó este jardín en 1990 a partir de un terreno con algunos pinos y bancales abandonados con naranjos y limoneros. Hoy, en el recinto viven unas 700 especies autóctonas adaptadas a un reducido consumo de agua, en perfecta sintonía con el vecino Parque Natural del Macizo del Montgó. Sintonía, que no sólo se refiere a un acuerdo de colaboración entre Fundem y el patronato del mencionado parque natural; también se produce un intercambio espontáneo de fauna y flora silvestre entre ambos espacios.
Existen varios –nunca suficientes– ejemplos en el mundo, de personas con recursos –no solo magnates– que compran tierras con el único fin de mantenerlas a salvo de la especulación, y destrucción por parte de empresas y gobiernos. El fotógrafo Sebastião Salgado es un ejemplo en Brasil. En España, parece que el ecologismo se percibe como un asunto de gente con el pelo largo que protesta por todo, más bien alejado del capital y la filantropía. Aunque cada vez menos.
Para construir este vergel, Montoliu invirtió todo su patrimonio, y buscó el asesoramiento tanto de paisajistas locales que trabajaban con especies autóctonas –Juanjo Todolí entre ellos–, como de expertos de la Universidad de Valencia.
Podría considerarse el Bomarzo de la comarca, pero en lugar de impactantes esculturas, encontraremos especies vegetales únicas, con la ayuda de un guía, si no estamos familiarizados con la botánica. Sólo falta que este lugar se incorpore en las localizaciones de alguna novela de éxito, como hizo en su día Mujica Lainez con el hoy masificado parque de Viterbo.
“Esto no me lo podía guardar para mi solo”
Esta frase resume el motivo por el cual Enrique Montoliu decide abrir al público las puertas del jardín, transformándose en un raro –por lo escaso– mecenas de lo natural, y tratando de implicar en el proyecto al mayor número de personas, a través de la fundación Fundem.
Además de las actividades relacionadas con educación ambiental, fruto de acuerdo con distintas universidades y otras instituciones de enseñanza, el mantenimiento del jardín también se financia con la venta de entradas a visitantes, y con la venta de entradas para asistir a conciertos musicales, que tienen lugar en el recinto, según programa.
Esta iniciativa es bastante común en países como Reino Unido, donde gracias a la aportación individual, este tipo de jardines –y otros espacios de interés– se mantienen y crecen en especies. Seis millones de británicos financian la National Trust con unos 70€ al año por socio.
Un proyecto que no termina en la Albarda
Marjal de Almenara (Castellón), Villacañas (Toledo), Benimantell, (Alicante) son otros espacios sin protección estatal, adquiridos por Fundem, quien compra y cede la gestión a custodios de territorio (grupos ecologistas locales), con la idea de recuperar estos parajes abandonados, a menudo convertidos en vertederos, implicando a administraciones, centros educativos y población.
Si quieres saber cuáles son las condiciones y deducciones fiscales por ser socio de Fundem, este es el enlace. La deducción en el impuesto de la renta, hace que las donaciones, en la práctica, tengan un coste irrisorio para el socio.
El jardín
Alrededor del jardín renacentista con especies autóctonas, se dispone un bosque, con fauna asociada, que limpia el jardín de plagas, e integra el paisaje del Montgó en el recinto.
Entre los elementos del jardín (fuentes, estanques, caminos, rosaledas, pozas, rocalla, templete…), el umbráculo es el más llamativo. Era una construcción habitual en el jardín renacentista mediterráneo, que proporciona sombra y humedad a las plantas que tradicionalmente se traían de otras latitudes, y no aguantaban el sol directo y las altas temperaturas.
La Albarda cuenta con especies muy interesantes, como los helechos acuáticos que provienen de la vegetación subtropical valenciana.
Te recomendamos la lectura de este texto de Edith Haeuser, ciudadana suiza que descubrió el jardín en 2005 y, como se deduce de lo detallado de su descripción, no ha dejado de visitarlo asiduamente.
Estamos preparando una muy breve visita virtual, que esperamos empuje a muchos a cambiar un rato de playa por esta visita.
Al final de las fotos, encontrarás la dirección y enlaces a documentales. Feliz verano.
Dirección: Jardín de l’Albarda.
Urbanización Muntanya de La Sella, Carrer Baix Vinalopò, 8, 03750 Pedreguer. Denia, Alicante. Teléfono 96 352 30 99.
Enlaces a reportajes en RTVE:
https://www.rtve.es/alacarta/videos/el-escarabajo-verde/escarabajo-verde-custodia-verde/5470669/
En esta entrevista a Montoliu, descubrirás, entre otras cosas, de dónde viene el nombre de Albarda: