Afortunadamente, cada vez suena menos extraño ver juntas las dos palabras del título de esta entrada, y la causa no es que ahora Madrid pretenda ser el centro también del disseny, reinterpretando gorras chulapas. En este caso, se trata de una iniciativa privada, que pretende cubrir una carencia que a ninguna administración le ha parecido interesante abanderar con lo plural y multicultural que se le presume a los madrileños.
El nombre tan poco castizo del evento, Product Design Madrid (PDM), se justifica por la aspiración a convertirse en referencia internacional, ya que el expositor tiene posibilidades de exhibir sus productos en otras citas que tienen lugar en Madrid (estos días en Feriarte), Barcelona y Milán.
El Colegio de Arquitectos de Madrid, es la sede de la exposición principal, hasta el domingo 24 de noviembre. En este espacio, que ya merece la visita, sobre todo con luz natural, se dan cita diseñadores de forma individual, y estudiantes de la Escuela Técnica Superior de Ingeniería y Diseño Industrial de la Universidad Politécnica de Madrid, Elisava de Barcelona, o la Universidad Shih-Chien de Taipei (Taiwan).
Los taiwaneses muestran variedad de productos en su espacio, desde una fiambrera de cerámica para llevar a la oficina, hasta una familia de altavoces para iPhone, muy sutiles, elegantes, minimalistas, inspirados en jaulas de pájaro.
La diversidad de productos expuestos, no solo viene dada por la forma o función; también por cómo se plantea la producción, y el precio final. Así, nos encontramos con objetos fabricados de forma artesanal que, por el precio, imagino no se va a producir más allá del prototipo.
¿Esculturas o producto industrial?
Probablemente, las dos tendencias que se abran camino, no sean ni lo uno ni lo otro: en el punto medio, entre la pieza única de precio inaccesible, y el objeto de producción masiva, se encuentra la fabricación tradicional en talleres artesanos de objetos contemporáneos, que cubren las necesidades de hoy.
La otra corriente, no viene dada por la vuelta a las raíces; todo lo contrario. En este caso, la producción aprovecha materiales, sistemas informáticos y máquinas que, como las impresoras 3D, son cada vez más accesibles por precio y facilidad de manejo. Todo ello, permite que el cliente pueda personalizar su objeto, desde casa, antes de la fabricación. La tecnología no siempre implica rapidez: para «imprimir» la lámpara de una de las fotos mostrada más abajo, se invirtieron 20 horas.
Afortunadamente, el reciclaje y lo sostenible se aborda con propuestas que van más allá de las butacas hechas con palets: se reutilizan velas de barco, paracaídas, se emplean maderas de bosques sostenibles de pino o bambú, o aglomerados vistos.
En resumen, exposición muy recomendable por la variedad de planteamientos y de soluciones. De disciplinas, de inquietudes, de culturas. Desde el ceramista peruano Erick Valdivieso, hasta la diseñadora turca Duygu Azun, con su tienda de campaña para emergencias. ¿Volverá el Madrid que no se mira el ombligo olímpico?
En sucesivos artículos, hablaremos de los trabajos que más nos han llamado la atención. Las palabras en azul, son enlaces.
Pingback: Bitacoras.com
2013 fue un año muy importante para el diseño industrial, fue el año en que las naciones unidas ratificaron la agenda 2030 para la sostenibilidad, la recuperación y aplicación de técnicas artesanales ha sido uno de los puntos fuertes de esta segunda ola del diseño industrial, por que nos permite ser participes del desarrollo social de sectores que se fueron marginando desde la revolución industrial. Algo que presisamente es ahora (en 2017) uno de los objetivos primordiales del DI, como Indica el WDO.